Los explosivos son sustancias químicas muy útiles mientras están en buenas manos. En este contexto, hay un número considerable de malas manos, algunas por odio o fanatismo, otras simplemente porque las maneja un cerebro perturbado. Constituyen un porcentaje mínimo de la población, pero unos pocos bastan para desencadenar una catástrofe.
El diseño de muchos edificios, infraestructuras e instalaciones tiene en cuenta esa amenaza. Y, a falta de ensayos a escala real, la simulación es la única herramienta que puede aportar al proyectista el apoyo necesario.
Principia ha evaluado la vulnerabilidad frente a explosiones terroristas de toda una serie de estructuras, como sedes corporativas, oficinas de organizaciones supranacionales, puentes y vías de comunicación, etc.
La vulnerabilidad es la probabilidad de que se experimente un fallo en función del tamaño de la amenaza activada. Y la primera cuestión que se plantea es qué se entiende por fallo, que es un concepto que no se limita al colapso generalizado de una estructura.
La fragmentación del acristalamiento que envuelve los modernos edificios de oficinas puede dar lugar a proyectiles mortales. La pérdida de estanqueidad de una estructura de contención puede liberar sustancias peligrosas, aunque se mantenga la integridad estructural global. Por otra parte, debe recordarse que en las obras lineales un simple fallo local puede inhabilitar el sistema en toda su longitud.
Como consecuencia, las evaluaciones de la vulnerabilidad tienden a contar con múltiples definiciones del fallo, caracterizadas por los correspondientes umbrales.
Otros parámetros variables a considerar en los cálculos son la cantidad de explosivo (normalmente cuantificada por su TNT-equivalente) y su ubicación. El objeto de los cálculos es determinar las combinaciones creíbles de parámetros que llevan a consecuencias que exceden los umbrales establecidos.
Los tipos de análisis a realizar pueden variar algo en función del problema concreto, pero normalmente debe modelizarse la propagación de ondas en el aire, agua, terreno y/o la propia estructura, según el caso, y evaluar los efectos para poder compararlos con los umbrales.
Los métodos de integración explícita suelen ser los más adecuados para analizar estos problemas, y los modelos son generalmente complejos desde el punto de vista del comportamiento del material, que debe incorporar fuertes no-linealidades, tanto constitutivas como geométricas, así como el fallo del material.
Sería contraproducente que el consultor publicara las conclusiones de estos estudios. De hecho, es frecuente que ni siquiera podamos mencionar que los hemos hecho. Pero estos análisis son fuente de muchos resultados que benefician al proyecto, mejorando la ductilidad de la respuesta, aportando redundancias estructurales, evitando el desencadenamiento de fallos progresivos a partir de uno local, etc.
También permiten llevar a cabo una cuantificación objetiva del riesgo, en el que la convolución de la peligrosidad y la vulnerabilidad se pondera con las consecuencias, y que constituye la base para una toma de decisiones racional.
El mundo es más seguro gracias al trabajo callado de unos pocos, que la mayoría ignora…