29-12-2020 | Publicado por Joaquín Martí
Aún recuerdo los tiempos en que nos reuníamos con los clientes en sus oficinas, íbamos sin mascarilla por la calle, cenábamos en un restaurante o viajábamos al extranjero de vacaciones. Son todo cosas que empiezan a sonar como anacronismos, cada vez estamos más resignados a la nueva normalidad.
Este aislamiento invita a la retrospección. Y, puestos a recordar, en 2003 escribí un decálogo para nuestros ingenieros jóvenes, cuatro de los cuales siguen hoy en Principia, aunque ahora sean algo menos jóvenes. De hecho, ese recuerdo se había ya materializado en la charla que preparé para nuestra XXIII Reunión de Usuarios… que el virus obligó a cancelar.
El decálogo se orientaba a la práctica de la simulación numérica en la consultoría y al menos algunos de sus puntos siguen hoy estando vigentes. Su leit motiv era que la enorme y creciente potencia de las herramientas de cálculo, lejos de aliviar, aumenta la responsabilidad de la mente que las guía.
A modo de curiosidad entresaco aquí algunos puntos:
Y algunos otros similares. Quiero hacer constar que realmente tenemos un trabajo fascinante, tanto en el área de consultoría como en la de software. Y no se nos oculta el papel que en nuestro éxito juegan los clientes que, además de financiarnos, contribuyen los problemas, variados y apasionantes, que luego nosotros nos esforzamos en resolver.
Como dijo Whitehead, coautor con Russell de «Principia Mathematica»: «Nadie que logra el éxito lo hace sin la ayuda de otros. Los sabios y seguros de sí mismos reconocen esta ayuda con gratitud«. Por eso, aprovecho esta evocación histórica del decálogo para reconocer que es a nuestros clientes a quienes debemos el lujo de tener una profesión fascinante y que corresponde ofrecerles aquí nuestro agradecimiento sincero.