De la Fórmula 1 a la carretera
19-03-2019 | Publicado por Principia
Aunque no seamos aficionados, es interesante seguir los avatares de la Fórmula 1, sobre todo en lo referente a los avances tecnológicos que se incorporan año tras año para mejorar las prestaciones, la fiabilidad y la seguridad de los monoplazas.
La Fórmula 1 es un banco de pruebas de innovaciones que con el tiempo acaban incorporándose a la fabricación en serie.
Algunas de las más conocidas ya forman parte de los equipamientos habituales de nuestros coches: frenos de disco, suspensión activa, control de tracción, cambio automático, motores turbo, etc., incluso los lubricantes de alta duración que usan comúnmente los vehículos de carretera nacieron en la Fórmula 1.
Hay otras, más novedosas, que todavía se están incorporando, como los sistemas de recuperación de energía cinética de frenada (el famoso KERS) que en F1 se usa para conseguir algo de potencia extra en momentos puntuales, y que en la producción en serie incorporan algunos sistemas de motorización híbrida para recargar las baterías eléctricas.

El reto actual en la automoción es la mejora en la eficiencia de los motores utilizando cada vez menos combustible. La eficiencia de los motores híbridos actuales ronda el 40-50%, y todavía queda mucho hasta ser capaces de aprovechar, recuperándola, la energía térmica generada en el motor.
Como alternativa ha aparecido la Fórmula E, que viene a ser la Fórmula 1 de los coches eléctricos, y que está llamada a sucederla en lo que a innovación y desarrollo se trata. Ahora mismo la principal preocupación se centra en la gestión del consumo de las baterías, maximizando la potencia a la vez que se alarga la autonomía.
En cualquiera de los dos casos, el foco está puesto en la reducción de emisiones de CO2 tal y como están reguladas por las autoridades correspondientes, siendo el objetivo en Europa de 95 g/km en 2020. Y una solución común a todos los casos se centra en reducir el peso de los vehículos (reducir un 10% el peso implica un menor consumo del 7-11%), sustituyendo el acero y aluminio tradicionales por materiales compuestos, más ligeros y resistentes … pero también más caros.

Aunque cada vez se utilizan más en la automoción, los materiales compuestos, como es el caso de la fibra de carbono, se emplean casi exclusivamente en vehículos de gama alta debido a su elevado coste, aunque se está avanzando considerablemente en la introducción de procesos como el RTM (Resin Transfer Molding) o SMC (Sheet Moulding Compound) con fibra de vidrio, cada vez más eficientes en tiempo y coste para largas fabricaciones en serie.
Cada vez más, la simulación, y en particular el estudio del comportamiento estructural de los materiales compuestos mediante análisis de elementos finitos (FEA), se revela como un pilar indiscutible en esta etapa de innovación tecnológica.
Estemos atentos a las próximas novedades de la Fórmula 1 y la Fórmula E, porque ya sabéis lo que se dice: “Win on Sunday, sell on Monday”.